27.3.07

los verdaderos sueldos

Mi sobrino, un hombre de 23 años, viene a casa y me cuenta que en el 20minutos se habla de que la media salarial en España es de 1800 euros al mes (900 euros en el caso de los inmigrantes). Debo estar soñando. O a lo mejor vivo en otro mundo. Tanto mi sobrino como yo -que ahora tengo 31 años- hemos desarrollado todo tipo de trabajos mundanos, sin cualificación, pues él aún está en la universidad y yo la abandoné sin finalizar mis estudios. Y coincidimos ambos en que nunca hemos ganado ni siquiera 900 euros al mes en ningún trabajo. Como trabajadores no-cualificados hemos recibido 700 y pico euros, el mínimo que obliga la ley a las empresas. Y punto. Esas cifras que ustedes sacan en su diario me parecen falsas. Como el tema de los mileuristas. En mi vida he llegado a ganar esos mil euros de los que tanto se quejan otros. Y la diferencia entre inmigrantes y españoles, entre hombres y mujeres, no debe ser tampoco muy real, porque mis compañeras y yo siempre hemos ganado la misma cifra miserable, sin distinción de raza o sexo. No hay más que buscar trabajo en restaurantes de comida rápida, perfumerías, librerías, como dependiente, conserje, camarero, jardinero o trabajos sin cualificación. Así pues, en lugar de hacernos la vida imposible a la gente de la calle, por ejemplo con la subida de precios en artículos de cultura con el dichoso canon digital, podrían estudiar métodos para multar a los medios de comunicación que dan noticias falseadas o a los medios con publicidad engañosa (véase las agencias de viaje low-cost, por ejemplo, o toda aquella empresa que da precios en sus anuncios que luego nunca se ajustan al precio final). ¿Por qué multar al tipo de la calle y no multar a las grandes empresas?
Y hago otra propuesta: los medios de masas, tan dados a patear el lenguaje, podrían acuñar este nuevo término: setecientoseuristas. Además, se lo regalo; no pienso cobrarles derechos de explotación.

6.3.07

las pequeñas memorias


el otro día vi una entrevista a José Saramago hecha por Sánchez Dragó sobre las pequeñas memorias de un ser tan humilde como fascinante, este escritor luso a quien tanto admiro (una de mis 4 eses *ases*). don José no sabe que le conozco, pero lo va a saber en un próximo viaje.

mañana quiero ir a comprar este libro para que mi padre pueda leerlo. desde que ya no puede andar más allá de unos metros desde la puerta de casa, desde que ha decidido -con la sabiduría que dan los años- que ya pocas cosas importan, desde que se entrega a la corriente, desde que se entrega... (se está entregando... a la espera... al final, cada vez más cercano...) su mayor esfuerzo lo realiza leyendo por las mañanas libros de autores desconocidos de su misma edad que yo voy editando, historias de pueblo, de aquellos años del hambre, anécdotas de seres tan llanos y abruptos como la naturaleza misma, cosas del campo y de otro tiempo, cuando no existía siquiera la electricidad. mi rabia es que no son historias bien escritas ni con una mínima calidad redactora -la literaria, ni se atisba-.

así que estas memorias de Saramago, uno de mis 4 eses *ases*, estoy seguro que van a calar en su piel arrugada como la corteza de los olivos que abrazaba el abuelo de don José un día antes de morir, llorando, despidiéndose de tanta belleza, y le van a traer el recuerdo más grato de aquellos años tan duros y tan felices de la vida ya pasada. porque, como dijo la abuela de don José antes de morir, sentada en los escalones de la vieja casa en el campo, mirando las estrellas, el mundo es tan bello y yo tengo tanta pena de que él un día no pueda disfrutarlo...