3.9.09

El estilita

Mi querida poeta y amiga Gloria Marvi me regala este poema. Todo un privilegio y un honor que me lo haya dedicado, es la primera vez que me ocurre esto y no sé qué decir. GRACIAS!!!





Meditación sobre una hoja de roble - André Masson

A Agustín Sánchez Antequera

Me he perdido tras la evocación de un recuerdo,
allí donde el árbol no concede el consuelo de la hoja ni el tesón de sus raíces,
donde el unicornio da su último salto de embestida contra los cimientos de la luz,
me he perdido en un lugar donde el calor no es más que la aproximación
de la esperanza de un náufrago encharcada bajo la impasibilidad del horizonte.

Es la desolación ante la tibieza de un viejo mueble custodiando mis secretos,
se trata del insulto de este abrigo inerte, tejido con la lana
del traidor que aún retiene el gusto por la falacia en su idioma.

Aquí puso su último pie de invasión el conquistador del pensamiento,
aquí un soplo de viento te hurga en las marcas que dejaron las miradas del mendigo,
es aquí donde una simple nube descuartiza los reflejos de la luna
justo antes de aliviar la desesperación de unos aullidos de loba.

Camino con el dedo índice desgastado de indicios, con la boca saciada de cal muerta,
con el paso rendido a la imitación de un torpe gesticulador.
Observo con la vergüenza del hijo pródigo ante su antigua cama
cómo la ira se desnuda de placebos de menta
y el miedo queda tatuado en la sien del repudiado.

Se ha despertado la codicia del rey que prevé su fin,
el sol hará cenizas de los restos y ya se huele la sal de las lágrimas arrojadas,
no habrá amigo que consuele ni cruz que no se clave,
cada alga se estremece con el cuerpo del siguiente ahogado.

Si no le ha dado el cielo la honra al desdichado,
qué puedo esperar yo de este riel con rumbo al olvido,
qué, salvo la triste visión de una estalactica de podredumbre
desde el mirador que horroriza al corazón del hombre.

Un rayo anuncia que no hay final para la catástrofe que trajo la autocracia,
todos visten de pomposa felpa su sed de triunfo, mientras se gangrena
la extremidad ignorada tras la mutilación de una última entelequia.

Me he perdido en medio de esta insolación de desconcierto,
el parecer de un poeta recibe el clavo mortal en la pared del silencio,
un coito final entre belleza y nostalgia, un adiós definitivo a la rebeldía,
el dios que vi al llegar ha escapado por temor a la hoguera,
y ni una sola mujer claudica por no perder la libertad prometida tras la tumba.